sábado, 4 de junio de 2011

Contigo

Necesito creer que algo extraordinario es posible, que un mundo aparte de este es capaz de saciar mis ganas de vivir de verdad, de vivir como quiero, sin máscaras que me hunda en una realidad oscura. Quiero, deseo, lo necesito. Quiero saber que tú estás a mi lado y que no solo es un pensamiento, que es a ti a quien beso, a tus labios carnosos y son ellos los que me responden, sólo como lo sabes hacer tú. Quiero que sea asi y no en mi pensamiento. Quiero un mundo extraordinario donde no conozca el tiempo ni el miedo al fisico. No quiero un fantasma recorriendo mis sábanas, usurpando mis sueños en una lenta agonia, drenando el espacio entre los suspiros. Quiero un despertar entre brillos dorados. Un despertar florido. Quiero la poesía en los piares y embriagarme con la alma de las rosas. Quiero que todo esto sea completamente extraordinario, quiero que todo esto sea contigo.

Deberíamos pensar

Deberíamos pensar un poco cómo van las cosas a nuestro alrededor, pero no solo desde el punto de vista de un espectador, si no como alguien que está viviendo diaramente el mundo. Como un actor que quieras o no, vive en sus carnes el desasosiego abrumador del telón. Me gustaría saber qué es lo que esperamos, apagados en nuestras butacas, dentro del escenario. Me gustaría saber si algun día el miedo a despertarnos nos golpea demasiado fuerte el ruido de nuestros sueños, el sueño hermoso de no ser mas que un esclavo en la cueva de Platon, mintiéndonos con ganas cada vez que vieramos esas sombras diáfanas escabullirsenos de las manos, uir por el frio de la piedra y perderse en la eterna oscuridad. Imagino que el miedo a despertarnos y darnos cuenta de que no estamos solos, de que vivimos en una colectivdad mas amplia que nuestras propias manos y pies, nos aterra hasta el limite de morirnos solos, rodeados de toda nuestra familia, de todos nuestros amigos.
Tenemos un gran miedo del viento que cada día nos dice más si deberíamor ir dejando de pensar en nosotros mismos. En la brisa primaveral de nuestros nuevos impulsos, los que nos dicen qeu hagamos las cosas bien. Tenemos un gran miedo al frio invierno, cuando nos quedamos solos y no sabemos cómo salir de nuestra cueva. Y luego, a la luz del verano, al quemazon en el pecho de cuando nos preguntámos si hemos hecho algo de verdad bien. Tenemos un miedo atroz a la vida. Estamos acojonados y por eso nunca somos quien de verdad deberíamos ser.

domingo, 29 de mayo de 2011

Diario de abordo

Me gustaría saberlo, o intentar uir de esta celosía de pensamientos que me oprimen, que me corroén con el miedo injusto, con el pensamiento descortés y egoista de no saber cuándo moriré. Pero no puedo conocer ni el momento ni el lugar puesto que juré no dar mi brazo a torcer contra el tiempo ni el espacio, contra la vida en sí misma. Dichoso tiempo, también a mi me gustaría conocer dónde, en qué antro sombrío dejaste mis labios pegados a un wiski barato, de cuántos labios fue bebido y cuántas resacas mal sabidas dejó. Me gustaría pensar que no fui el único tirado en un portal mirando la luna llena. Ebrio del gran vacío y con un amargo sabor de boca.
¿Y el silencio? Aquel jodido cerdo que me ha robado - y aún hoy en día lo sigue haciendo - las palabras que hubiera querido decirte. Me gustaría que te contara todo pero veo que no es así. El miedo es de cobardes si no sabes afrentarlos y la suerte no es para cualquiera. Me gustaría besarte, pero ya es tarde. La ceguera, que nunca te conté, está deborando las ganas que tengo de vivir. Es una lástima, no quisiera decirlo pero me  estoy sumiendo en un mundo de tinieblas. Que ya es tarde. Que ya no hay luz.